La expansión de las redes 5G en Chile presenta una paradoja energética fundamental: aunque la tecnología 5G es hasta 90% más eficiente que sus predecesoras 4G por unidad de tráfico, requiere significativamente más energía en términos absolutos debido a su mayor densidad de red, dependencia de sistemas de TI avanzados y el crecimiento acelerado del tráfico de datos. Para un país que aspira a la carbono neutralidad en 2050 y que ya enfrenta desafíos energéticos severos en territorios extremos, esta tensión define el futuro tecnológico del país.
La paradoja energética del 5G: eficiencia versus consumo absoluto
Entender la contradicción entre eficiencia y consumo es crítico. Las redes 5G ofrecen una eficiencia de transmisión 90% superior al 4G, lo que significa que pueden entregar la misma cantidad de datos usando una fracción de la energía por megabyte. Técnicamente, es una hazaña de ingeniería extraordinaria.
Sin embargo, la realidad operacional es diferente. Los operadores de telecomunicaciones requieren mayor número de sitios de estaciones base para desplegar 5G, especialmente porque las bandas de alta frecuencia (3.5-28 GHz utilizadas en 5G) tienen menor alcance y penetración que las bandas bajas del 4G. Una densificación de red que podría obligar a los operadores a duplicar el número de ubicaciones de acceso por radio, significa multiplicar el consumo energético agregado a pesar de la mejora en eficiencia unitaria.
Más concretamente, estudios indican que el consumo eléctrico total de los operadores podría aumentar entre 150% y 170% para 2026 respecto a 2020, principalmente en centros de datos macro, nodos y equipos de red. El 90% de los operadores telecomunicaciones encuestados reportó expectativa de aumentos significativos en consumo energético derivados de implementación de 5G.
Consumo de energía en dispositivos móviles: la batalla por la batería
A nivel de usuario final, el 5G también tiene un costo energético documentado. Estudios de Ookla indican que el 5G consume entre 6% y 11% más batería que el 4G en dispositivos móviles. Esto varía según el procesador: el Qualcomm Snapdragon 8 Gen 2 (considerado más eficiente) consume 31% de energía con 5G versus 25% con 4G. Chips como Google Tensor tienen diferencias mayores: 40% con 5G versus 29% con 4G.
Esta diferencia es particularmente relevante para Chile, donde muchos usuarios rurales y de ingresos limitados dependen de dispositivos de batería limitada. En zonas rurales remotas donde recargar es difícil, la penalización de batería de 5G es una barrera real al adoption, incluso cuando la cobertura está disponible.
El contexto de Chile: vulnerabilidad energética extrema
Chile enfrenta un panorama energético volátil que amplifica los desafíos de despliegue 5G, especialmente en territorios extremos.
Vulnerabilidad climática amplificada
Con el 90% de las redes de distribución eléctrica chilenas siendo aéreas (no subterráneas), eventos climáticos extremos —sequías recurrentes, tormentas intensas, nevadas excepcionales, incendios forestales— dañan directamente infraestructura que alimenta torres de telecomunicaciones. En 2024-2025, Chile enfrentó sequías severas en zonas central y norte que redujeron generación hidroeléctrica, aumentando dependencia de fuentes térmicas más costosas y contaminantes.
Temperaturas extremas crean presión doble: incrementan demanda de enfriamiento para equipos en torres 5G (especialmente crítico en desértico norte), mientras reducen eficiencia de plantas térmicas que generan electricidad. Esto genera ciclos de retroalimentación negativa donde durante olas de calor extremo, coinciden máxima demanda de refrigeración en torres con menor generación por plantas térmicas.
Zonificación de desafíos energéticos
Los territorios extremos donde Chile debe desplegar 5G presentan perfiles energéticos radicalmente diferentes:
El Desierto de Atacama (Regiones de Antofagasta, Atacama, Coquimbo) ofrece la radiación solar más alta del mundo a 308 W/m² en promedio, alcanzando 2.177 W/m² durante solsticios. Sin embargo, “llenar” el desierto de infraestructura solar para alimentar torres 5G implica enfrentar desafíos logísticos complejos: polvo corrosivo que requiere limpieza frecuente, transporte de equipos sobre terreno extremo, y mantenimiento especializado lejos de centros urbanos.
La Patagonia austral (Regiones de Aysén, Magallanes) presenta condiciones climáticas severas con eventos meteorológicos extremos frecuentes, topografía montañosa que complica distribución de energía, y dispersión muy baja de población que reduce economía de escala para inversión en infraestructura solar o eólica.
Zonas de alta montaña en Los Andes requieren torres en altitudes extremas donde acceso a redes eléctricas es prácticamente imposible, obligando a soluciones de energía completamente autónomas.
Operadores chilenos: la transición hacia renovables
Reconociendo estos desafíos, operadores telecomunicaciones chilenos han anunciado ambiciosas metas de transición energética.
Entel Chile: Posicionada como lider del sector con 47.5% de participación en 5G, enfrenta presión de rentabilidad mientras expande red. Aunque no publica metas públicas específicas de energías renovables equivalentes a competidores regionales, su estrategia de “Entel Digital” busca ser “socio para digitalización de empresas”, implicando potencial de ofrecimiento de servicios de energía descarbonizada como diferenciador.
Telefónica Chile: Opera con 100% energía renovable en todas sus operaciones en Chile, posicionándose como referente regional.
Claro: El 70% de su consumo en baja tensión proviene de generación renovable, abasteciendo más de 25.000 unidades consumidoras y 70% de sus antenas están alimentadas por energía renovable.
Contexto regional: En Brasil, Claro ya tiene 55% de emplazamientos de estaciones base usando energía renovable (principalmente solar en 38% del total), mostrando que el modelo es técnicamente viable a escala.
El desafío para Chile es que operadores requieren mecanismos de financiamiento para transicionar inversión de capital en solar/eólica localizada. Algunos modelos emergentes incluyen contratos de “ahorro de energía como servicio” (ESAS), donde proveedores de tecnología (como Vertiv) se financian del ahorro energético generado, trasladando el costo de capital del operador a costo operativo compartido a lo largo de 10 años.
Tecnología de almacenamiento: la llave de la estabilidad en territorios remotos
Para zonas aisladas donde despliegue de 5G ocurre sin acceso a red eléctrica central, la transición de baterías de plomo-ácido a baterías de iones de litio es transformadora.
Baterías de iones de litio ofrecen:
Mayor profundidad de descarga: hasta 80% de utilización de capacidad total versus 50% en baterías de plomo-ácido, permitiendo usar más energía del mismo volumen de almacenamiento.
Vida útil extendida: menor tasa de autodescarga permite estar siempre preparadas para emergencias, crítico en zonas remotas donde interrupciones de servicio afectan emergencias médicas y coordinación comunitaria.
Mantenimiento reducido: eliminan necesidad de electrolito y ventilación periódica, bajando costos operacionales especialmente en zonas remotas donde servicio técnico es limitado.
El costo inicial de baterías de litio es superior (~2-3x más caro que plomo-ácido), pero la vida útil y eficiencia hacen el costo total de propiedad competitivo en horizontes de 10+ años. Para Torres 5G en Patagonia o Atacama, es inversión estratégica.
Paneles solares en torres remotas: modelos operativos emergentes
Un modelo operativo novedoso es la instalación de paneles solares directamente en o cerca de torres 5G en territorios extremos, combinada con baterías de litio para bufering nocturno.
Casos de éxito documentados:
En la Región de Coquimbo, la Universidad de Chile demostró entre 2022-2025 que sistemas fotovoltaicos y termosolares pueden alimentar infraestructuras rurales aisladas. Se instalaron en plantas queseras, caletas pesqueras y comunidades a más de 10 km del poste eléctrico más cercano. Aunque este caso enfocaba producción agrícola, el modelo es directamente replicable a torres 5G.
En el norte de Chile (Arica, Parinacota, Tarapacá, Antofagasta), iniciativas de Fondo de Acceso a la Energía (FAE) han instalado sistemas solares que permiten “independencia energética, especialmente en zonas donde acceso a red convencional es limitado”. Una torre 5G requiere 2-5 kW continuos en operación; sistemas solares de 10-15 kW pico con almacenamiento de 20-50 kWh (baterías de litio) son técnicamente viables.
Ventajas operacionales:
Operadores evitan costos de extensión de líneas eléctricas de cientos de kilómetros.
Resiliencia ante cortes de suministro eléctrico regional (frequentes durante sequías o eventos climáticos extremos).
Alineación con compromisos de carbono neutralidad 2050.
Eficiencia energética en arquitectura de red: tecnologías críticas
Más allá de energías renovables, operadores están implementando tecnologías para optimizar consumo dentro de infraestructura 5G:
Reducción de conversiones CA-CD: El 79% de operadores ya busca minimizar conversiones de corriente alterna a continua, donde cada paso pierde energía. Rectificadores de muy alta eficiencia (>98%) están siendo implementados.
Enfriamiento más eficiente: Incremento de temperatura operacional de servidores de 15°C a 25-30°C reduce demanda de aire acondicionado dramáticamente. Aunque parece marginal, aire acondicionado puede representar 30-40% del consumo energético de una estación base.
Densificación inteligente con edge computing: Distribuir procesamiento a “edge” (borde de red) más cercano a usuario reduce distancia de viaje de datos y requiere menos procesamiento central. Aunque crea más nodos físicos, el consumo energético agregado por unidad de servicio puede reducirse.
Sleep modes adaptativos: Apagar componentes de red durante horas de baja demanda. En territorios rurales con patrones predecibles de uso, esto puede reducir consumo hasta 20-30% sin afectar disponibilidad.
Impacto ambiental más allá de energía: espectro electromagnético
Un debate emergente en Chile (aunque menos documentado que energía) es el impacto de bandas de alta frecuencia 5G en flora y fauna.
El 5G operará parcialmente en frecuencias (6-300 GHz) raras en ambiente natural, alterando exposición de organismos a radiofrecuencia. Aunque niveles están bajo límites internacionales de seguridad, estudios del Parlamento Europeo sugieren necesidad de monitoreo continuo de fauna en zonas extremas donde 5G se despliega. Chile, con ecosistemas únicos (Atacama, Patagonia, zonas de alta montaña), podría requerir estudios específicos de compatibilidad ambiental.
Hacia una 5G sostenible en territorios extremos
El despliegue de 5G en territorios extremos de Chile no es decisión puramente técnica o comercial, sino energética y climática. La ecuación es:
Eficiencia unitaria mejorada (90% mejor que 4G) ≠ Consumo absoluto reducido.
Densificación requerida para 5G multiplica número de sitios, anulando ganancias de eficiencia unitaria.
Chile puede desempeñar rol de liderazgo regional adoptando modelo de “5G verde”:
Paneles solares con almacenamiento de litio en torres remotas, especialmente en norte (Atacama) donde radiación es máxima.
Microondas alimentadas por energía renovable local en Patagonia donde vientos permiten eólica.
Contratación de “ahorro energético como servicio” para modernizar centros de datos y enfriamiento.
Regulación de densificación inteligente con requisitos de eficiencia energética mínima (kWh por unidad de tráfico).
Compartición de infraestructura pasiva y activa entre operadores para evitar duplicación de sitios y consumo.
Como señalaron especialistas en Vertiv, el desafío es que “el 90% de operadores espera aumento de consumo energético por 5G”. Chile tiene oportunidad de ser la excepción si adopta desde ahora soluciones integradas de energía renovable, eficiencia de red y compartición de infraestructura. De lo contrario, el país que se propone carbono neutralidad 2050 verá contradicción creciente entre expansión digital y objetivos climáticos. El futuro de 5G en territorios extremos chilenos será determinado menos por inversión tecnológica que por decisión política de priorizar sosorizar sostenibilidad.
